Capilla y Serrezuela. Comprende los predios privados como la Guanica y otros predios sumergidos en la
problemática legislativa que se
encuentra sobre esta área ya que para la Secretaria de Medio Ambiente está hace
parte de la zona de amortiguación
ambiental conocida como el área de reserva forestal de los Cerros Orientales, las licencias de explotación minera y toda aquella actividad que atente contra la
estabilidad de estas áreas no se permite sin embargo estas actividades han sido
las únicas fuentes económicas de múltiples familias que se han establecido en
la zona. Esta comunidad que en un principio
se instaló en predios vendidos
por su antiguo dueño un terrateniente dueño de casi ¾ partes de los terrenos
que comprenden este cerro; el cual vendió por loteo estos predios que en su mayoría adquirieron personas
asociadas con la actividad arenera propia del movimiento económico de la zona.
Posteriormente diferentes propietarios volvieron a vender sus pequeñas fincas como lotes destinados
para la construcción dando así lo que hoy se comprende como el barrio la Capilla y el barrio Serrezuela. De forma paralela Bogotá se
siguió expandiendo y como siempre los materiales primarios de construcción fueron
extraídos de este tipo de canteras, las licencias en Colombia nunca han sido
difíciles de conseguir solo se necesitan bastantes recursos económicos
disponibles para invertir y muchas ganancias al
generar este tipo de negocios. Con esto dejaron grandes áreas de
cobertura vegetal y de sustrato totalmente arrasadas y pronto también el material de arena, arcilla, piedra y recebo se fue agotando
y los negocios se empezaron a acabar.
Luego la
creciente demanda de rellenos de materiales de construcción de Bogotá a causa
de sus malos manejos y sus malas políticas de destinación y disposición dieron
apertura a un último respiro para estas áreas de conflagración de trabajadores
que en su mayoría dependen de este tipo de actividades. Actualmente las áreas
que se presentan en el video pertenecen a la finca la Guanica en el barrio la Capilla allí llegan en promedio entre 30
y 60 viajes de diferentes tipos de materiales productos en su mayoría de
desechos de la construcción, el costo de
botadero esta entre $ 30.000 y $ 40.000 estos ingresos benefician a unas
cuantas familias del barrio, las cuales dependen de este trabajo pero benefician
aún más al gremio de volqueteros porque de no estar presentes estos
botaderos los trayectos a los botaderos
de Cota, Mosquera o Usme generarían más
perdidas que ganancias.
En la actualidad
la Secretaria de Medio Ambiente aparenta mucha
rudeza a la hora de acceder a una de estas licencias pero en realidad sobre este negocio también
se suele desencadenar una grande máquina de corrupción dentro de los entes ambientales
que solo terminan limitando y atrofiando el crecimiento urbanístico y
económico de la ciudad. Tampoco se han
querido establecer políticas acompañadas de metodologías para el reciclaje de estos materiales, la disposición y la re-utilización ya que en su mayoría pueden ser re
aprovechables como lo han demostrado tecnologías internacionales.
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